Al estar en el sueño de otro me pregunto si me disfrutan, como a un personaje fantástico y placentero de El jardín de las delicias o si por el contrario me huyen, como a la Sorpresa selvática que acecha a su presa, de Rousseau.
Dudo si me siguen, o me persiguen, o si se rinden, como a La libertad de Delacroix.
Siento curiosidad de los cuidados que me profesan, como Sorolla, Saliendo del baño, observando de reojo lo que no se atreven a mirar de frente y si después, gritan, como Munch, deseperadamente, al comprobar que sólo la posibilidad existe al posar los párpados, sin dejar que triunfe la muerte.